jueves, 11 de julio de 2013

Por encima de las circunstancias. . .

Hoy, leyendo la historia de José, un hombre con muchos sueños y expectativas, con una vida llena de circunstancias que escapaban a su control y entendimiento; Dios, ha traído muchas cosas a mi mente y corazón. Me ha hecho recordar. . .
En mi vida han pasado muchas cosas que no he podido entender, y que dejaron marcas que no se pueden borrar.
Me han lastimado mucho y muchas veces. Heridas profundas que marcaron mi corazón, mi emociones, mis decisiones y mis reacciones.
Pero en los momentos más duros y difíciles en los que me encontré verdaderamente sola, no lo estaba. Dios estaba conmigo como un Papá bueno, amoroso, y consolador.
Me hizo sentir su compañía y que El no me dejaría nunca. 
Que aunque El no era el promotor de todas esas cosas, El las revertiría para mi bien.
Que mi futuro estaba en sus manos y que tenía un propósito grande.... más grande del que yo imaginaba.
Que en mi futuro había una familia, en la que el amor, la verdad y la justicia serían los valores más importantes.
Que El había escogido un hombre que sería solo para mi, y que lo usaría para que con su amor cubriera todas mis heridas. El sería el medio que Dios usaría para ir sanándome!
Vivir teniendo a Dios como mi Papá ha sido y sigue siendo lo mejor que me ha pasado.
Podemos lastimar y ser lastimados. 
Podemos sufrir aunque hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para evitarlo.
El punto es qué vamos a hacer con esas heridas? 
Seguirán sangrando hasta morir de dolor?
Nos vengaremos?
Las taparemos bajo una alfombra... acá no pasó nada?
Endureceremos nuestro corazón, creyendo que eso evitará el seguir sufriendo?
Si me preguntan, he probado todas esas opciones. Ninguna me funcionó!
Seguir sufriendo y sufriendo, sintiendo pena de mi, solo me llevó a la depresión.
La venganza siempre trajo más dolor.
El esconderlo produjo raíces de amargura, que aun hoy estoy luchando para sacar.
Endurecerme, alejando a los demás, aquellos que siempre estuvieron para mi, solo me produjo soledad y un vacío en mi interior que aumentaba más el dolor.
Endurecerme, alejándolo a El, mi Papá, el que me dio la vida y muchas veces me salvó de la muerte, porque cree en mi, solo me hacía sentir una basura.
Saben qué me funcionó? 
Dejar que Dios se encargara de todo. 
El me conoce y sabe las intensiones de mi corazón.
El sabe TODO!!!
Solo El sabe de todas las veces que he estado bajo la ducha, porque no había otro lugar para estar a solas con El. Llorar con el corazón deshecho y pedirle que me ayudara. 
Que me perdonara por querer el mal para el que me lastimó. 
Que sacara mi tristeza, mi amargura.
Que me hiciera sensible a su amor. Que pudiera sentirlo.
Que me sanara y me consolara.
Que llenara mi vida de más amor, perdón, fortaleza y esperanza.
Me di cuenta que después de un rato, comenzaba a sentir cómo El me liberaba, me consolaba y comenzaba a sanar mis heridas.
Fueron esos momentos cuando más sentí su amor de Papá. 
Descansar en sus brazos fue y es muy reconfortante.
Saben qué más funcionó?
Creer que aunque algunas personas pueden fallarnos, también hay quienes nos aman y darían todo lo que pudieran para que las cosas fueran diferentes. De hecho, intentan hacerlo cada día, aunque la mayoría de las veces no lo vemos.
Por supuesto que las circunstancias no siempre son lo que esperamos, pero he aprendido que Dios cambia las circunstancias para bien.
Que aunque no veamos o entendamos el por qué y el para qué, hoy al pasar el tiempo puedo llegar a vislumbrar un poco del significado.
Y aun si no fuera así. . . el futuro siempre es una nueva oportunidad para que las cosas sean mejor, mucho mejor.
Que debemos seguir caminando hacia el sueño que Dios nos dio. 
Dejarnos bendecir y ser bendición para con los que nos rodean. 
Amar y dejarnos amar. 
Vivir por encima de todo maltrato, por encima de la traición, para así llegar a alcanzar eso que tanto deseamos: ser felices siendo y haciendo lo que Dios quiere para nosotros y para nuestra familia. 
Y por qué no? decir como dijo José: Dios cambió TODO para nuestro bien!!!
ISABEL

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